domingo


De Abril Smize



    La intensa lluvia de otoño había esparcido su gélida fragancia por todos los rincones, y el aliento color naranja del atardecer hacía que todo luciera cálido y sereno.
Una voz dulce, triste y apasionada salía de la radio, haciendo vibrar con su melodioso encanto los cristales que parecían hacerse agua con cada frase. Por un instante mi mente se extravió y comenzó a viajar por lejanas estrellas al otro lado del universo... pero el alma me regresó al cuerpo de un golpe cuando escuché la enigmática voz del conductor de la radio anunciando la hora “son las dieciocho horas y quince minutos, vamos a un corte y regresamos con más de Emma Chaplin en Horizonte 108.9 ” ¡ya es tarde!-pensé-y ni siquiera he comenzado con la cena-.

    Entonces me apresuré a sacar los vegetales y aderezar el pollo, y mecánicamente comencé a rebanar las cebollas, una tras otra comencé a quitarles la seca, delgada y frágil capa que las cubría y mi fiel cuchillo chino que todo lo puede hacer, con su mango ergonómico que se adapta a mis manos igual que un guante, y yo, comenzamos a cortar... pero, de repente, me topé con una cebolla de lo más peculiar, al deshacerme de la primera capa noté que en realidad eran dos cebollas unidas, unidas desde el tallo, bien juntas, como abrazándose... habrían pensado que se quedarían así, abrazadas hasta el fin de los tiempos, protegidas tiernamente por la húmeda oscuridad de la tierra, cuyos latidos los mantendrían arrullados las largas noches de invierno. Ésas cebollas que habían nacido juntas, que desde que eran brotes supieron que se pertenecían y se entrelazaron deseando florecer una y otra vez y aferrarse a las entrañas de la tierra para vivir en secreto su amor, ocultándoselo al mundo, porque al mundo que puede importarle que dos cebollas hubieran encontrado el amor verdadero, cuando la noticia del momento es que hay crisis... y nadie sabe bien porqué.